Se dice de la adaptación hedonista que es una capacidad intrinsecamente humana. Se trata, a grandes rangos, de que las personas nos solemos acostumbrar tanto a las cosas positivas como negativas que nos suceden. Claramente, esto es recomendable en el caso de sufrir cosas negativas, como el término de una relación, despido, crisis económica o problemas de salud. Pero esto se vuelve complicado cuando nos adaptamos fácilmente a las cosas buenas. Deseamos mucho tener un vestido, un par de zapatos, una casa o incluso un auto; y luego, a las semanas, ya queremos un vestido más caro o una casa más grande. El detalle en todo esto, es que debemos aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y no "acostumbrarnos" con tanta rapidez. Si tenemos la posibilidad de viajar, luego de estar 19 meses esperándolo, mínimo que no nos acostumbremos al segundo día y que podamos disfrutar de lo bello que es ver la bandera albiceleste flameando, el obelisco con su imponente forma, bajo ese profundo cielo azul junto con las nubes blancas como algodón.. Y ese aire dulce, ese sabor porteño. Aquél viento helado que no causa frio, hielo que envuelve, calor que apacigua el alma.
Tango sonando por las calles ansiosas de gente, con ese eterno candor del acento lacerante, junto con miradas profunda que traspasan.. La pasión, ese fuego eterno.
Y mientras mis labios siguen dormidos, pienso en todo lo vivido.
Creo que la "adaptación hedonista" es algo que se puede manejar. Tenemos la capacidad de controlar ese aspecto de nuestra vida y es muy cierto que la felicidad depende de nuestras acciones deliberadas.
Es por eso, que a pesar de todo, te eligo. No me arrepiento de lo vivido.