lunes, 30 de agosto de 2010

Dulce mueca de mi espíritu,
complejidad absoluta por resolver,
y por ahí estaré...
Detrás de esta hoja, o quizás
oculto en tu sombra espiándote.
Y me veo, un maldito brujo,
adorando tu sangre, tu virginal mirada
me andentro en la locura comulgando
en ese juego de la vida simulada.
¡Porque! siempre responderás así, lisiando placer,
tu ojos penetran embrujando el por qué
dando luz a millones de interrogantes,
aún así, sigo labrando tu cuerpo brillante y perverso,
encarando esqueleto tratando de desafiar mi noble espíritu.
Porque siempre responderás así,
la ira desnudará esa sinrazón.
Gustavo Napolí

domingo, 22 de agosto de 2010

viernes, 6 de agosto de 2010

Ensayo


“El tango es en origen la revelación de un modo de vida. Viejo modo de vida: la miseria de los basureros humanos de los bordes porteños en las postrimerías del siglo XIX, italianos frustrados, su módica aspiración de -hacerse l´américa-, lo que origina esa obligada mixtura de insatisfacción, nostalgia, inadaptación y hambre, que será caldo de cultivo para la música que más tarde marcaría un hito” . Es así como para entender una cultura, se necesita llegar a lo más amargo de ésta y, en lo posible, recrear los tugurios de principios de siglo XX de las ciudades rioplatenses. Para comprender los nuevos aires de este fenómeno, es de vital importancia detenerse por algunos instantes en su pasado, para así vislumbrar que la esencia de sucesivas generaciones porteñas, y argentinas en general, queda resumida en una sola palabra: Tango.
Sin lugar a dudas, el origen del tango se encuentra en la pluralidad de culturas presentes a fines del siglo XIX, en las orillas del Río de La Plata, lugar geográfico que se conoce como la cuna de éste fenómeno. Es la capital de Argentina que se define como epicentro inicial, ya que en su calidad de puerto recibió una amplia variedad de extranjeros, siendo la mayoría europeos, los que llegaron a constituir la mitad de la población porteña en 1894. Tanto los gauchos procedentes del interior como los negros, ayudaron en gran medida a formar este hibridaje, característica principal del tango.
Si bien la funcionalidad del tango ha cambiado drásticamente a la que tenía en sus inicios, no deja de ser interesante revisar su concepción inicial. Muchos asocian este baile al ambiente prostibulario, ya que eran las prostitutas quienes utilizaban esta danza para atraer a sus acompañantes, motivo por el cual comenzó a ser bailado de un modo muy corporal, provocador, cercano y explícito, mezcla de habanera traída por los marineros, restos de milonga y desde luego mucho de música italiana. Fue propio de los arrabales y suburbios donde se concentraba mayormente la población extranjera.
Pero, ¿Fue simplemente una danza lasciva? ¿Habrá sido gestada sólo como representante de lujuria? Claramente esto no fue así, sino al contrario. La nostalgia propia de los inmigrantes al dejar su patria, y muchas veces también a sus familias, hizo que buscaran en la compañía femenina un refugio a lo que ya no tenían. Pero no era sólo resolver el problema sexual, sino más bien ir en la búsqueda de la comunión y el amor. Pero esto, difícil de conseguir, formó parte de la característica tristeza presente en las letras del tango, unido a la desesperanza y el descontento, “En mi vida tuve muchas, muchas minas, pero nunca una mujer” (Patotero sentimental, Manuel Romero)
Si hablamos de la danza, inevitablemente debemos hacer mención a las letras de sus canciones, verdadera poesía que se esconde tras el velo de la desgracia y amores prohibidos. Muchas de las canciones hablan de un resentimiento contra los otros, que no es más que el aspecto externo del rencor contra el propio yo. ¿Qué acontecimiento hórrido sucedió para que las canciones tuvieran tal oscuridad? Para resolver esto, es necesario retomar la idea de hibridaje, haciendo hincapié en la multiplicidad de culturas, tan diversas como los italianos, judíos y españoles que convergieron activamente en la ciudad de Buenos Aires, y como bien lo especifica Sábato, “La heterogénea composición humana en la capital del Plata están reflejadas en la variedad de tonos, intenciones y lenguaje que provee la literatura del tango” .
Es precisamente esta literatura la que posee una forma de expresión única; el lunfardo, que puede definirse como el vocabulario que usaban, en un comienzo, los delincuentes y que fue acuñado en el ocio de las cárceles. Mezcla de algunas palabras italianas y de otras lenguas traídas por los inmigrantes que fueron absorbidas y adaptadas al porteño, “Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina. Triste compadre del gavión y de la mina y hasta comadre del bacán y la pebeta (El choclo, Enrique Santos Discepolo)
Pero del tango no sólo es característico este tipo de expresión lingüística, sino que hay un elemento, que incluso, podría superar a lo antes mencionado. Se trata del bandoneón, “¿Qué misterioso llamado a distancia hizo venir sin embargo, a un popular instrumento germánico a cantar las desdichas del hombre platense?” , y es que con el tiempo este instrumento sentimental, pero dramático y profundo a la vez, ha pasado a ser tan argentino como el tango mismo. Probablemente esto sea a causa de su sonido embriagador, perfectamente ligado a los movimientos canyengues propios del baile. Ya en sus inicios, cuando las orquestas se componían sólo de guitarra, violín y flauta, el bandoneón logró otorgarle aquel sello definitivo que marcaría para siempre la identidad del tango.
Es esta identidad que a principios de siglo XX, fue llevada hasta Europa por los hijos de familias acomodadas de Buenos Aires, que no tenían ningún problema en bajar en ir a los arrabales para bailar y divertirse con alguna fémina. Por supuesto, el tango no era aceptado en sus hogares, ni bailable con las señoritas de su ambiente. Sin embargo, durante los viajes de estos jóvenes adinerados, especialmente a Paris, fueron el detonante de esta difusión. Qué mejor que esta ciudad, que daba cobijo a una sociedad plural, parte de la cual era alegre y desprejuiciada, para dar inicio a la propagación del tango por Europa y desde ahí, al resto del mundo.
Es importante mencionar esto, pues cuando llegó de vuelta a la Argentina, el tango ya no era el mismo que sus inicios. No obstante, todo esto contribuyó a otorgarle nuevos aires a este fenómeno que se resiste a desaparecer.
Fue justamente el bandoneón que ayudó de manera significativa a la renovación del tango en la década de 1960 de la mano del gran bandeononista Astor Piazzolla. Desde entonces, el tango ha sufrido un fuerte recambio generacional, que se ve reflejado tanto en los nuevos compositores como en los distintos matices que ha manifestado, siendo el “electrotango” - fusión de música electrónica con el infaltable bandoneón y algunas letras de tangos famosos - surgido en los albores del siglo XXI, una de sus nuevas y novedosas expresiones.
Es así como a través de la historia, el tango ha tenido auges y declives relativos, acompañando durante todo el siglo XX a un pueblo que ha sabido sobrellevar tanto las crisis como las dictaduras, tan comunes en Latinoamérica. Qué mejor que la nostalgia del tango para recordar los tiempos pasados que nos dejan en su inexorable camino hacia el futuro.
Porteño o universal, tango - danza o poesía de Buenos Aires, el tango ha sobrevivido todas las crisis, y ya en las primeras décadas de su segundo siglo de vida, se sigue proyectando como lo que es; la verdadera esencia de las generaciones porteñas.