Han pasado siete dias desde el increíble concierto de La Renga y tratar de describirlo sin ponerle sentimientos, es imposible. La ansiedad comenzó temprano esa semana, contando las horas para que llegara pronto el sábado 23 de mayo y poder disfrutar nuevamente del banquete. Y qué decir de ese día? Salí cerca de las 11:00 de casa, con el apuro de que algo importante ocurriría, con la urgencia de volver a perderme con la marea de Los Mismos De Siempre, a fundirme en el sonido que sólo la banda de Mataderos puede entregar. Una vez en el estadio, en busca de la entrada al Polideportivo, los latidos de mi corazón se apaciguaron, ya estaba en el lugar, ahora sólo hay que esperar y a disfrutar. Lindo fue encontrarse con los amigos de recis anteriores, la compañía perfecta, las historias comunes, de viajes y anécdotas. Por tercera vez éramos los primera vez en llegar al recinto, en esa espera que desespera.
A eso de las 18:00 ingresamos al Polideportivo, corriendo, bajo la mirada asombrada de los guardias que no lograban entender el apuro, y es que ese momento es uno de los más mágicos, donde sabes que quedarás en la reja (como se puede ver en la foto más abajo).
Simplemente creo que fue perfecto! Los detalles técnicos y de lista de temas se puede ver en cualquier página del área. Lo que yo quiero plasmar es la pasión que significa ver a La Renga. Desde el 2002 que los escuché por primera vez ya no pude sacarlos de mi corazón. Cómo describir la vez que los vi el 2003, con apenas 14 años, en el mítico Estadio Victor Jara. Y así.. año a año el sentimiento fue aumentando, dándole sentido a mi vida, disfrutando como nunca y conociendo a gente increible. Si tuviera de definir felicidad, sin dudas lo haría como ver a LaRenga.
