lunes, 17 de noviembre de 2014

Aplanadora del Rock


Desde un comienzo supe que estaría bueno. Por eso quizá me emociné tanto cuando supe que Divididos vendría al Festival Frontera, pues después de no poder verlos durante las vacaciones, ahora era el momento. Y por esa misma razón compré la entrada con más de dos meses de anticipación.
Llegó el dia y no me importó haber trabajado las dos noches anteriores. El festival en el Club Hípico se venía como uno de los mejores del año. Y así fue. Con la compañia de mi Risu, nos enmbarcamos con el mar de gente que desde las 17:00 ya llenaba el lugar. Algo de reggae, para luego escuchar el clásico de El otro yo - No me importa morir -  rememorando tantas noches de la adolescencia. Luego algo de Manuel García, unos ricos helados y de nuevo a la misión de ir hacia el escenario Andes. Esta vez Ataque77 en escena, siempre es agradable escucharlos, aunque claramente sin Ciro no es lo mismo. Imposible no emocionarse y no gritar con toda el alma tema como Espadas y serpientes, El cielo puede esperar, Western, Hacelo por mi y No me arrepiento de este amor. Gran show, un agrado verlos nuevamente. 
Y las horas pasaban y el sol ya se escondia. El exodo post Ataque77 ayudó a que llegaramos adelante! En la reja misma! Y a esperar a Divididos. Sólo el hecho de estar en primera fila me aceleraba el corazón. Y es que poder ver tan de cerca a una banda que hace tanto quería poder disfrutar en vivo, prometía ser alucinante. La espera se hizo larga, acompañada por la música de Aterciopelados. Pasado las 21:00 llegó la hora y pude ver que Mollo ya estaba listo con su guitarra para salir a escena. Simplemente increible! el primer tema Hombre en U y la fiesta se cristalizó. Fue maravilloso poder estar ahí, viendo a estos tres músicos regalandonos toda su magia y técnica. Ver y sentir a Mollo tan cercano, tan agradecido del público, con tanta complicidad. Mil sentimientos explotaron cuando sonó Amapola del 66, y nuevamente la frase "Todo esta vivo a pesar del dolor, si me sonreís" cobró vida y me llenó el alma. Y como si todo esto no hubiese sido poco, el final tenía guardado el regalo más hermoso de la vida! Recital finalizado, los músicos agradeciendo y el vocalista que se baja del escenario y empieza a saludar a los que estabamos allí, saltando y esperando recibir ese saludo... Y así fue, Ricardo Mollo, vocalista y guitarrista de Divididos, me tomó la mano, me regalo una uñeta y me sonrió, tocándome la cabeza de manera afesctuosa... Aaaaaaaaaahhh!!! Demasiado genial, algo tan simple y que me hizo tan feliz que de sólo recordarlo se me eriza la piel. El mejor final para un dia increible, para un show notable que sé, muy pronto, se repetirá.