Es curioso como las historias siempre vuelven a su génesis. Me pasé largos dias y semanas y meses y años tratando de comenzar, ideando una y mil formas de retomar por el camino congelado. Bastó un "hola" para romper el hielo generado por años de ausencia. Y de vuelta al sueño.
Supongo que es parte de la vida, que los guiones siempre se retoman en el momento preciso y que son las palabras más simples las que dan comienzo al nuevo capítulo. Qué hacer? Seguir en ese tránsito infinito por el Jardin Salvaje? O dar el -definitivo- paso al costado? Hay cosas que son parte del destino, que se fundieron con la esencia misma del ser, que estarán por siempre.
Cuál es la consigna? Apagar esas voces internas y dejarse fluir.
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