"No
te oculto nada, ni mi ignorancia ni mi miedo ni el simple pánico a
fallar si lo intento. Y ni siquiera sé si puedo transmitir mi naturaleza
más de una vez o cuál es el precio a pagar por hacerlo, pero correré el
riesgo por ti, y los dos lo descubriremos juntos, sean cuales sean el
misterio y el terror que pueda guardar, como he descubierto solo todo lo
demás."
Con lo años, me di cuenta que la adolescencia fue una etapa difícil. Mucho pensar, mucho darle vuelta a las mismas cosas, cientos de noches imaginando, planeando, deseando. Sentir la vida y la muerte, las ganas de desaparecer y el "saber" que dependía de mí. Pero los años pasaron y si bien quedé con varios de los sentimientos gestados en aquellos años, creo haberlo superado bien. Luego de eso, vino la dicotomía entre cabeza y corazón. A quién seguir? A quién escuchar? Creo que unas veces elegí al primero, y el resto al cuore. Y me equivoqué y sufrí e hice sufrir demasiado. Pero aprendí.
Hoy por hoy, me dicen que le preste más oido a la cabeza. Y no puedo. Si lo hiciera, si lo hubiese hecho, jamás habría comenzado esta historia, jamás le habría dado vida a esto que me ha acompañado por casi tres años. Hoy por hoy me cuestionan el haber pensado con el corazón.
¡Que ganas de remecerte, de que reacciones, que termines con esa actitud indolente!