martes, 6 de diciembre de 2011

Grrrrrr!



Rabia. Rabia. Rabia.

No es posible que verlo en los pasillos, bajo la luz fria y halógena, me haga revivir la rabia de lo que pudo haber sido. No puede ser que después de más de un año, al leer aquella fatídica conversación, me siga dando la misma rabia por no haber tomado la decisiones correctas. Y a esta altura no hay nada que hacer, absolutamente nada. Pero no puedo evitar sentir un vacio en el estómago cuando lo veo, cuando me saluda y me mira con sus dulces ojitos. Recuerdo cuando lo miraba fijamente cada vez que lo veia. Recuerdo cuando reuní todo el valor del mundo y me acerqué a hablarle. Recuerdo cuando se consiguió mi correo. Grrrrr! que rabia! Por qué no fui capaz de terminar con todos mucho antes? Por qué no fui más valiente y decidida? Tuve la oportunidad, la tuve entre mis manos y no hice nada. Y esta bien, todo pasa por algo.. Pero luego de un montón de meses no puedo evitar querer golpearme contra el muro cada vez que te veo.

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