El otro día pensaba en el amor. Es tan distinto que te digan las cosas, vivirlas y verlas. En cierta forma me sentí reflejada en cierta situación, percibiendo los rasgos enfermizos de tan bello sentimiento. Y quizá está más que manoseado el tema, pero no deja de ser menor. Creo que es el sentimiento que ha movido el mundo, y que nos ha hecho ser lo que somos. Y con esto me refiero a todas las variaciones del mismo. Pues bien, creo que el amor es la base de todos los sentimientos existentes. Odio, obsesión, rabia, pasión, pena, desilusión, pulsión, ira... Es apabullante lo mucho que te puede trastornar. Su presencia ecuménica ha estado presente a lo largo de la historia, siendo percidibo en pequeñas y hermosas cosas, asi como también en los más atroces crímenes y desastres. Al final del día, es complejo ver las cosas con claridad, más aún cuando un tal cupido te golpeo que una de sus flechas (o tal vez el arco) en la cabeza. Cuando te dejas llevar por el sentimiento y la pasión y vas dejando de lado la cordura, el sentido común parece un simple expectador del teatro que es la vida. Comienzan los cuestionamientos, las recriminaciones y las preguntas. Nadie entiende el por qué y tu no tienes paciencia en resolver las dudas de quienes no comprenden - o quizá entienden todo y tú eres el que se salió del camino -. Sea como sea, es inherente a la existencia de quienes han despertado su consciencia.
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