miércoles, 31 de diciembre de 2014
domingo, 23 de noviembre de 2014
lunes, 17 de noviembre de 2014
Aplanadora del Rock
Desde un comienzo supe que estaría bueno. Por eso quizá me emociné tanto cuando supe que Divididos vendría al Festival Frontera, pues después de no poder verlos durante las vacaciones, ahora era el momento. Y por esa misma razón compré la entrada con más de dos meses de anticipación.
Llegó el dia y no me importó haber trabajado las dos noches anteriores. El festival en el Club Hípico se venía como uno de los mejores del año. Y así fue. Con la compañia de mi Risu, nos enmbarcamos con el mar de gente que desde las 17:00 ya llenaba el lugar. Algo de reggae, para luego escuchar el clásico de El otro yo - No me importa morir - rememorando tantas noches de la adolescencia. Luego algo de Manuel García, unos ricos helados y de nuevo a la misión de ir hacia el escenario Andes. Esta vez Ataque77 en escena, siempre es agradable escucharlos, aunque claramente sin Ciro no es lo mismo. Imposible no emocionarse y no gritar con toda el alma tema como Espadas y serpientes, El cielo puede esperar, Western, Hacelo por mi y No me arrepiento de este amor. Gran show, un agrado verlos nuevamente.
Y las horas pasaban y el sol ya se escondia. El exodo post Ataque77 ayudó a que llegaramos adelante! En la reja misma! Y a esperar a Divididos. Sólo el hecho de estar en primera fila me aceleraba el corazón. Y es que poder ver tan de cerca a una banda que hace tanto quería poder disfrutar en vivo, prometía ser alucinante. La espera se hizo larga, acompañada por la música de Aterciopelados. Pasado las 21:00 llegó la hora y pude ver que Mollo ya estaba listo con su guitarra para salir a escena. Simplemente increible! el primer tema Hombre en U y la fiesta se cristalizó. Fue maravilloso poder estar ahí, viendo a estos tres músicos regalandonos toda su magia y técnica. Ver y sentir a Mollo tan cercano, tan agradecido del público, con tanta complicidad. Mil sentimientos explotaron cuando sonó Amapola del 66, y nuevamente la frase "Todo esta vivo a pesar del dolor, si me sonreís" cobró vida y me llenó el alma. Y como si todo esto no hubiese sido poco, el final tenía guardado el regalo más hermoso de la vida! Recital finalizado, los músicos agradeciendo y el vocalista que se baja del escenario y empieza a saludar a los que estabamos allí, saltando y esperando recibir ese saludo... Y así fue, Ricardo Mollo, vocalista y guitarrista de Divididos, me tomó la mano, me regalo una uñeta y me sonrió, tocándome la cabeza de manera afesctuosa... Aaaaaaaaaahhh!!! Demasiado genial, algo tan simple y que me hizo tan feliz que de sólo recordarlo se me eriza la piel. El mejor final para un dia increible, para un show notable que sé, muy pronto, se repetirá.
martes, 11 de noviembre de 2014
Ansiedad
Dicen que uno de los mejores tiempos, es el que transcurre en la espera de algo. Hoy por hoy y transitando por aquellos tiempos, pienso en lo que vendrá. Más que estar concentrada en el futuro, cada segundo tomo consciencia del presente, lo que tengo, lo que quiero y por lo que lucho. Y lo que dejaré de lado. Es tan simple como ir hacia aquel parque, sentarme en la baranda que da a la avenida y fluir. Más tarde que temprano, las estatuas cobraran vida y me acompañaran en el camino.
Ansiedad. El querer que pasen prontos los dias y sus noches y encontrarme con aquello que en un comienzo nació como un simple comentario y que con el pasar de los años, se transformó en una realidad. De eso se trata, no? Cristalizar pensamientos. Cumplir sueños. Y así es nuestra historia, por más que los siglos pasen, siempre pero siempre, se materializa. Y no puedes evitarlo.
sábado, 18 de octubre de 2014
Odiaba la sensación de reconocimiento. Cada mañana, y luego de tomar consciencia de su realidad, sabía que todo ocurría por algo. Sabía que sus ojos podían reconocerlo en cualquier vida, bajo cualquier máscara, bajo cualquier embrujo. Odiaba la sensación de que el destino ya estaba escrito, de que por más que luchara por escribir sobre él, los hilos invisiables de la deidad, seguían moviendose antojadizos.
Odiaba entender sus palabras lanzadas al viento, su grito de ayuda que no puedo asistir. Su vacio. Su soledad. Odiaba reconocer su cuerpo bajo cualquier disfraz, su mirada perdida, sus ojos que absorbian el alma. Odiaba luchar en vano por los siglos eternos, por el sentimiento de correspondencia, obedeciendo al mínimo gesto de humanidad. Sin saber cómo seguir, simplemente caminada, con lo mirada siempre alta, como presencia diafána en el mundo lleno de sombras.
Odiaba, por sobre todas las cosas, saber que siempre estaría ahí.
lunes, 13 de octubre de 2014
jueves, 9 de octubre de 2014
Foráneo
Como un foráneo, como alguien ajeno a mi esencia. Por un lado sigue siendo tan parte, mil cosas que me llevan al mismo camino, al mismo rincón oscuro de mi mente, al mismo Jardin Salvaje. Los sueños sólo muestran lo que se esconde tras las cortinas del abismo que causé. Llevo años esperando que las lágrimas desaparezcan, que todo se transforme en el recuerdo más dulce y transparente, pero de cuando en vez, todo explota y los recuerdos diafános se pasean como fantasmas frente a mi ojos.
Dedicará algún segundo de su vida a pensar en lo pudo ser? Teniamos todo. Todo. Todo menos la fuerza para dar el paso más, para seguir creando ese camino al costado del mundo.
jueves, 2 de octubre de 2014
Axolotl - Cortázar
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba
a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos,
observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
jueves, 11 de septiembre de 2014
sábado, 6 de septiembre de 2014
De Indio a Gustavo
Gustavo:
Ahora sí vas a poder evitar el cansancio de huir a la muerte.
Todo este tiempo dormido fue necesario, quizá, para enseñarte a morir consolando a tus queridos.
Los verdaderos artistas, estoy convencido, conocen la muerte antes de morir. No se dejan llevar ni un minuto antes ni uno después de reconciliarse con la vida. Dicen por allí que al morir nos es dado conocer el secreto de la música en nuestro primer llanto al nacer. En cuanto a lo que me toca, me has hecho disfrutar de tu dulce voz y de tus espléndidos juegos con las guitarras. Tu etapa solista fue sólida y aventurera y es lo que más me gusta de lo que nos has dejado.
Bueno... A comenzar de nuevo en tierra incógnita.
Mi aplauso para vos.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Ese momento
En ese transitar, entre el paso firme y el abismo, siempre mirando más allá de la niebla, escudriñando los sentidos de la razón, volviendo a unir historias y dandole sentido a los más insignificantes detalles.
Debería entender lo atractivo de la fragilidad, pero no logro conseguirlo. Siempre buscando el límite, probando hasta dónde se estira el elástico, reaccionando sarcasticamente sólo cuando el corazón deja de latir.
sábado, 16 de agosto de 2014
sábado, 9 de agosto de 2014
jueves, 31 de julio de 2014
Invisible - Spinetta.
El vino entibia sueños al jadear
Desde su boca de verdeado dulzor
Y entre los libros de la buena memoria
Se queda oyendo como un ciego frente al mar.
Mi voz le llegará
Mi boca también
Tal vez le confiaré
que eras el vestigio del futuro.
Rojas y verdes luces del amor
prestidigitan bajo un halo de rouge
Que sombra extraña te ocultó de mi guiño
que nunca oiste la hojarasca crepitar?
Pues yo te escribiré
Yo te haré llorar
Mi boca besará
toda la ternura de tu acuario.
Más si la luna enrojeciera en sed
O las impalas recorrieran tu estanque
No volverías a triunfar en tu alma?
Yo sé que harías largos viajes por llegar.
Parado estoy aquí
Esperándote
Todo se oscureció
Ya no sé si el mar descansará...
Habrá crecido un tallo en el nogal
La luz habrá tiznado gente sin fe
Esta botella se ha vaciado también
Que ni los sueños se cobijan del rumor.
Licor no vuelvas ya
Deja de reir
No es necesario más
Ya se ven los tigres en la lluvia
Desde su boca de verdeado dulzor
Y entre los libros de la buena memoria
Se queda oyendo como un ciego frente al mar.
Mi voz le llegará
Mi boca también
Tal vez le confiaré
que eras el vestigio del futuro.
Rojas y verdes luces del amor
prestidigitan bajo un halo de rouge
Que sombra extraña te ocultó de mi guiño
que nunca oiste la hojarasca crepitar?
Pues yo te escribiré
Yo te haré llorar
Mi boca besará
toda la ternura de tu acuario.
Más si la luna enrojeciera en sed
O las impalas recorrieran tu estanque
No volverías a triunfar en tu alma?
Yo sé que harías largos viajes por llegar.
Parado estoy aquí
Esperándote
Todo se oscureció
Ya no sé si el mar descansará...
Habrá crecido un tallo en el nogal
La luz habrá tiznado gente sin fe
Esta botella se ha vaciado también
Que ni los sueños se cobijan del rumor.
Licor no vuelvas ya
Deja de reir
No es necesario más
Ya se ven los tigres en la lluvia
martes, 22 de julio de 2014
miércoles, 16 de julio de 2014
Paises
Me resulta jocoso la importancia que le dan las personas a ciertos paises. Escuché demasiados comentarios en contra de Argentina y de su participación en la final del mundial, que iban más allá de su juego impreciso. La mayoría estaba en contra de que los trasandinos alzaran la copa por tercera vez, haciendo alución al prejuicio que tienen sobre la arrogancia de sus habitantes. Y es curioso. Cuando las cosas no me importan, no les presto oido y menos me gasto en hacer comentarios, lo que me lleva a pensar que toda la gente que opina y habla mal de los paises de nuestro continente, refleja la pequeñez de sus vidas - y mentes -. Me sigue pareciendo absurdo que prefieran rendirle pleitesía a paises del viejo continente - como Alemania - siendo que ellos aún nos siguen tratando como indios o gauchos. A pensar un poco antes de hablar.
lunes, 7 de julio de 2014
jueves, 3 de julio de 2014
sábado, 28 de junio de 2014
Arenga
Me dí cuenta que es más lindo cuando uno grita los goles de su país, pero el juego es así y sobre todo el futbol. Hubiese sido increible pasar a la siguiente fase, pero los mundiales son así, algunos van y otros regresa, como la vida misma, lleno de vaivenes y situaciones sorpresivas. Creo que lo más complicado, pero primordial en estos casos, es sacar lo bueno, quedarse con los logros y el gran aprendizaje. Muy fácil de decir -mucho más de escribir- pero es la actitud que deberiamos tener en la life misma. Aprender a vivir es la consigna.
A pesar de la simpleza de estas palabras, es un desafio llevarlo a la práctica. Hoy por hoy me sigue pareciendo insoportable lo pequeño del mundo. Será que en una región con más de seis millones de personas, todo siempre vuelva? Submundos dentro de mundos hechos de mil mundillos, que tarde o temprano, se cruzan. Mi opinión visceral? Sórdido. Tiene que haber un momento en la adolescencia en que se produce el quiebre y el vacio. Pero no recuerdo.
Muchas críticas y mil cosas por mejorar, pero todo va bien. La mitología me demuestra que voy por buen camino y que la luz acompaña mi sendero. Qué debo recordar? Que todo viene de mí.
martes, 17 de junio de 2014
sábado, 14 de junio de 2014
miércoles, 28 de mayo de 2014
Lit
"Lo
pienso y me entra el apuro, tengo la angustiante sensación de que la
vida se me está escapando, como si mis venas se hubieran abierto y yo no
pudiera detener mi sangre." Benedetti
sábado, 24 de mayo de 2014
miércoles, 14 de mayo de 2014
Cómo empezar a desmarañar un sin fin de pensamientos que se van repitiendo cada cierto tiempo, con nuevos matices y nuevos comentarios? Sé que cada uno forja su pensamiento en base a las experiencias y enseñanzas y que, la mayoría de las veces, suelen ser no muy positivas. Aún así, entendiendo y validando aquello, no deja de sorprenderme la repetición de ciertos comentarios. En esto nos hemos convertidos? Simplemente la frase "tanto tienes, tanto vales" es lo que predomina? No creo estar tan equivocada, no creo que el dinero te pague la felicidad. Es cierto que ayuda, que posibilita un montón de cosas, pero todo gira en torno a los papelitos de colores? Será que con el tiempo todos estamos condenados a ese vacio?
Al final del día, me alegro por tener bases sólidas de mis pensamientos y aunque parezca antisocial, ser feliz siguiendo lo que siento.
miércoles, 7 de mayo de 2014
viernes, 25 de abril de 2014
lunes, 21 de abril de 2014
Memoria
Ella suspiró: Ay, mi sabio triste, te desapareces veinte años y sólo
vuelves para pedir imposibles. Recobró enseguida el dominio de su arte y
me ofreció una media docena de opciones deleitables, pero eso sí, todas
usadas. Le insistí que no, que debía ser doncella y para esa misma
noche. Ella preguntó alarmada: ¿Qué es lo que quieres probarte? Nada, le
contesté, lastimado donde más me dolía, sé muy bien lo que puedo y lo
que no puedo. Ella dijo impasible que los sabios lo saben todo, pero no
todo: Los únicos Virgos que van quedando en el mundo son ustedes los de
agosto. ¿Por qué no me lo encargaste con más tiempo? La inspiración no
avisa, le dije. Pero tal vez espera, dijo ella, siempre más resabida que
cualquier hombre, y me pidió aunque fueran dos días para escudriñar a
fondo el mercado. Yo le repliqué en serio que en un negocio como aquél, a
mi edad, cada hora es un año. Entonces no se puede, dijo ella sin la
mínima duda, pero no importa, así es más emocionante, qué carajo, te
llamo en una hora.
lunes, 7 de abril de 2014
Esencia
Porque hay cosas que no se pueden cambiar. Va más allá de un momento, de una persona o un recuerdo. Es un todo que invadió lentamente mi alma. O quizá no. Quizá siempre estuvo ahí, esperando el momento preciso para brotar, para brotar de mi sangre. A veces siento que así fue, que venía conmigo de aquel lugar donde está nuestra alma antes de ponerse a trabajar en una nueva vida. Y no se puede negar.
Desde la primera vez, hasta hace unos meses.. Una continuidad eterna que va liberándose de vez en cuando, con nuevos momentos, con nuevos personajes de una historia que ya tenía cimentadas sus bases. Sentirse parte y permitir la fusión perfecta, desaparecer en la multitud, en alguna diagonal, en algún café.. En algún parque o en el oficio secreto de la una religión dogmática. Lo entiendes? Va más allá de un momento, es un todo, es mi todo
.
Se viene el Albo Campeón!
Independiente de las críticas especializadas del clásico nº174, lo cierto es que un partido se gana con goles y que el resultado final favoreció al Eterno Campeón. Más allá de eso, me parece INSÓLITO que el arquero del equipo azul califique al jugador Silva de delicuente. O realmente se le arrancan los duendes al bosques o es un tipo que no tiene moral y el sentido del bien y del mal se le extinguió. Creo que es una mezcla de ambas, ya que tratar a alguien de delicuente, siendo que él mismo tiene una causa en tribunales por asesinato y más aun por manejar ebrio sin licencia, es un acto ejemplificador de delicuencia. Es que si se cobrara por el oxigeno... Sea como sea, el albo nuevamente ganó un clásico y demostró nuevamente quien es el hijo.
lunes, 31 de marzo de 2014
miércoles, 26 de marzo de 2014
lunes, 24 de marzo de 2014
Limpiando las paredes
Limpiando las paredes se sacan los sueños.
Se borran las imagenes y los recuerdos.
Limpiando las paredes se saca lo que esta de más.
Opción de guardar o de simplemente descartar.
Limpiando las paredes renové el alma.
Cumplí deseos y gesté otros.
Limpié mis paredes de tu recuerdo.
Y coloqué los nuevos sueños que pronto de cumplirán.
Limpiando las paredes, te espero.
Sé que no tardarás en llegar.
sábado, 22 de marzo de 2014
El Túnel
"Yo
no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en
mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una
especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición
gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico
no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras
empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil
sería arrastrarla al abismo, conmigo".
jueves, 20 de marzo de 2014
viernes, 14 de marzo de 2014
sábado, 8 de marzo de 2014
7 de 10
Estudios recientes aseguran que 7 de cada 10 chilenos utiliza internet móvil. Si bien soy parte de esos 7 chilenos, me parece trágico la cifra. Y se ve a diario. En el metro, en la micro, caminando en la calle, todos ciberconectados con una irrealidad que lucha por ser real. Dónde queda leer un buen libro? Una charla agradable en algun café o un parque? Incultura que nos consume y que nos tilda erronaemente de "pais desarrollado". Es increible que sea más importante tener internet en el celular que tener un léxico minimanente amplio. Y me refiero a cosas básicas como no tener faltas de ortografía. Da vergüenza lo mal que escriben algunos que se juran líderes. Y es entonces donde debemos crear una burbuja para no contaminarnos con esos comentarios falsos.. Es que hay cada cosa. Pues bien, mi posición es luchar desde el interior por generar cambios.
lunes, 3 de marzo de 2014
Cosquin2014
Con mil nostalgia viendo online el CosquinRock.
No deja de ser genial ver a La Vela Puerca y recordas que los dos últimos años estuve en ese mismo lugar, disfrutando de la magia de las sierras cordobesas y del mejor rock. Cantando a todo pulmón, saltando en medio del pogo.. Que buenos recuerdo. Y por ahí me da la ansiedad de viajar lejos muy lejos nuevamente, de perderme en algún rincón de este increible continente. Muchas sensaciones y recuerdos.
lunes, 24 de febrero de 2014
sábado, 8 de febrero de 2014
martes, 4 de febrero de 2014
Historia de mis putas tristes
"Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodiaco"
domingo, 26 de enero de 2014
Mareo
Y siempre supe que la vida es extraña y esta llena de esos momentos extraños que te marean y te dejan como flotando en una nebulosa. Y así fue mi semana. Absolutamente convencida de que no sucedería y por ende organizando mi vida como si tal hecho estuviera agendado irrevocablemente para marzo. Y de repente ¡PLUM! EL TÍTULO DE MATRONA EN MIS MANOS. Y fue extraño. Porque a pesar de estar egresada, tener la confimación física y legal de que eso sucedió, y más encima cuando ni siquiera se cumple un mes de mi examen, fue loco. Inevitablemente este tipo de situaciones me confirma que todo es cosa de voluntad, porque por más que hayan plazos burocráticos establecidos, nada es absoluto.
Será un gran año, lo sentiste y comentaste apenas comenzaba este 2014 y yo también estoy segura de aquello.
lunes, 20 de enero de 2014
...
Hay ocasiones en que me gustaría ver las cosas como un espectador lejano,
ajeno a todo sentimiento y sensación. Me gustaria travestirme en otra esencia,
para que me entiendas y te entienda. Hay cosas por las cuales ya no puede hacer
nada y la verdad es que jamás se pudo. Hablar desde mí, desde mis oscuros
pensamientos parece cosa simple, pero La Verdad sólo existe en mi consciencia,
que labura dia a dia en ampliarse. No quedarse en la banalidad del mundo parece
el eslogan de moda, pero va mucho más allá de eso... Es lo que ves cuando miras
a través de mis ojos.
Tantas cosas que debí decir, tantos abrazos que debi dar. Después de un
tiempo se acumulan como residuos tóxicos capaz de dañarme y aunque pudieron ser
palabras sinceras, destrozaron algo en mí. Sabes que puedes herirme, tanto lo
hice yo? Y es extraño, porque siento que al fin se rompera el hechizo. Será
capaz tu amor de romper el embrujo? O seguirá eterno como lo jure alguna noche
de verano, con el plenilunio como testigo?
miércoles, 15 de enero de 2014
Debería
"Antes que nada, deberías tener el derecho a ser engendrado por un padre y una madre que se amen, durante un acto sexual coronado por un mutuo orgasmo, para que tu alma y tu carne obtengan como raíz el placer. Deberías tener derecho a no ser un accidente ni una carga, sino un individuo esperado y deseado con toda la fuerza del amor, como un fruto que ha de otorgar sentido a la pareja, convirtiéndola en familia. Deberías tener el derecho a nacer con el sexo que la naturaleza te ha dado. Deberías tener el derecho a ser tomado en cuenta desde el primer mes de tu gestación. En todo momento la embarazada debería aceptar que son dos organismos en vías de separación y no uno solo que se expande. De los accidentes que ocurran en el parto nadie te puede acusar. Lo que te sucede dentro de la matriz nunca es culpa tuya: por rencor a la vida, la madre no quiere parir y, a través de su inconsciente, te enrolla el cordón umbilical alrededor del cuello y te explusa, incompleto, antes de tiempo. Porque no te quiere entregar al mundo, ya que te has convertido en un tentáculo de poder, se te retiene más de nueve meses, secándose el líquido amniótico y tu piel siendo quemada; se te hace girar hasta que tus pies y no tu cabeza comienzan el deslizamiento hacia la vulva, así van al nicho los muertos, con los pies para delante; se te engorda más de la cuenta para que no puedas pasar por la vagina, siendo sustituido el alumbramiento feliz por una fría cesárea que no es un parto sino la extirpación de un tumor. Negándose a asumir la creación no colabora con tus esfuerzos y solicita la ayuda de un médico que te oprime el cerebro con un forceps; porque padece una neurosis de fracaso, te hace nacer semiahogado, azulado, obligándote a representar la muerte emocional de quienes te engendraron..."
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